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El regadío

La huerta de Lodosa es famosa por la calidad de sus productos. Son insuperables sus verduras (borraja, cardo, etc), sus frutales (melocotón, pera, manzana, etc) pero sobre todo sus espárragos y los inigualables pimientos del piquillo, que dan lugar a la Denominación de Origen «Pimiento del Piquillo de Lodosa». Desde el inicio de la primavera con la temporada del espárrago hasta el ocaso del otoño con el final de la campaña del pimiento del Piquillo, la huerta lodosana vive una actividad febril en la que se suceden los diferentes cultivos uno tras otro

La gastronomía. Con tal calidad de productos, la gastronomía es una de las bazas más importantes de Lodosa ya que ha sabido mantener una cocina tradicional de platos naturales y sabrosos, sin recurrir a rebuscadas salsas extrañas o exóticos condimentos, basada en los frutos de los fértiles regadíos. Con todos estos productos se elaboran los platos típicos como la menestra de verdura, conejo con pimientos, cordero al horno o al chilindrón, besugo con pimientos secos, lomo con pimientos, caracoles y setas, o la más amplia gama de pimientos del piquillo rellenos (de carne, merluza, bacalao, etc). La comida campera es casi imprescindible, casio  de un buen «puchero» y unas chuletillas de cordero asadas al sarmiento. Lodosa también ha sabido conservar postres tan tradicionales y típicos de festividades como roscos y rosquillas de San Blas, torrijas y buñuelos de San José.

Las fiestas. Las fiestas patronales, con encierros y festejos taurinos en la plaza de toros, se celebran el 31 de julio. Más propias del pueblo son las fiestas a la Virgen de las Angustias (tercer domingo de septiembre), con uno de los actos más curiosos de Navarra: el toro ensogado. La tradición se remonta, al menos, al siglo XIX cuando los lugareños trajeron un ‘torico’ a fin de honrar con él a su patrona. Una vez por la mañana y otra por la tarde, un toro de gran porte recorre las calles de la localidad tratando de librarse de la soga que sujeta sus cuernos y que varios jóvenes manejan hábilmente evitando que el animal embista a cuantos encuentra a su paso. La plaza de la Iglesia es el lugar de inicio de la carrera de más o menos una hora que discurre sin rumbo fijo y por un recorrido libre exento de vallado.